jueves, 28 de noviembre de 2013

Los diez establecimientos más antiguos (8). Farmacia Puerto


En esta ocasión vamos a acercarnos a la madrileña plaza de San Ildefonso, en pleno barrio de Malasaña. Por cierto, en el número 9 hay un local especial para los ciclistas, se llama La Bicicleta Cycling Café & Workplace, un lugar de encuentro en el que se concentran la pasión por las bicis, el arte y el café a partes iguales. Pero nosotros vamos al número 4, donde se encuentra la farmacia Puertouna de las más bonitas y antiguas de Madrid. Ya hay noticias de una botica instalada en el mismo lugar de esta plaza en el año 1654 (en ese momento es cuando Felipe IV concede la categoría de “Arte científico en todo por igual a la medicina” a las farmacias), pero se da como fecha de fundación la de 1798, porque la casa original fue demolida en ese año para construir el actual edificio, volviéndose a instalar la farmacia en él. Vale la pena acercarse y entrar. 


El nombre se lo debe al burgalés Antígono Puerto, un boticario entusiasta que se hizo cargo de la farmacia a principios del siglo XX y que ha dejado contrastadas huellas de su actividad. En 1914 registra un producto químico de su invención para la caída del cabello, un purgante, el callicida Ungüento Mágico, el anticatarral Puerto, el antihemorroidal Puerto y la crema Venus contra granos y arrugas. Se ha perdido la fachada original y la actual está machacada por los grafiteros. Por suerte, el local aún conserva en su interior todo su sabor clásico y muchos de los antiguos frascos de cristal (botamen), con sus correspondientes etiquetas identificativas e ingredientes. Todavía hoy, en la puerta de madera, llama la atención un medallón circular con unas iniciales (HL, FCC ó FLL), que no se ha descifrado hasta el momento. 

Los diez establecimientos más antiguos (6 y 7). El Botijo y Farmacia Deleuze



Continuamos la búsqueda en bicicleta de los establecimientos más antiguos de la capital. Cerca de la plaza Mayor, bajando por la calle Toledo, en el número 35, está ubicado otro con solera, El Botijo, aunque por desgracia, del antiguo local inaugurado en 1754, no queda prácticamente nada. Este establecimiento ya estaba aquí antes de que comenzase a reinar Carlos III, lo cual quiere decir que estaba vivo antes de que naciese la Cibeles o que se construyera la Puerta de Alcalá. Casi nada. Mencionado en varios de los Episodios Nacionales de Galdós, en sus orígenes comienza siendo una guarnicionería  en la que se podían encontrar mimbres, sillas, bastones, botería, alpargatas, cordelería, rafia, fuelles, almadreñas, pólvora o cohetes. Posteriormente se vendían juguetes, pintura y artículos de droguería, que es fundamentalmente a lo que hoy se dedica. De esta tienda legendaria queda su botijo a la entrada y un cartel con el año de su apertura. 

La farmacia Deleuze sigue siendo en la actualidad una auténtica joya, una maravilla de establecimiento que mantiene todo su esplendor y aguanta con orgullo el paso de los años. Situada desde el año 1780 en la calle San Bernardo 39, fue abierta en su día con la denominación de Botica de San Bernardo. Al entrar en la farmacia nos podemos imaginar en el siglo XVIII la rebotica de este local llena de hombres de ciencia mezclando hierbas y ungüentos. En su anterior llama poderosamente la atención su original decoración barroca que nos recuerda más a alguna dependencia palaciega que a una botica. Por suerte conserva todavía tarros originales y botamen procedentes de la Fábrica del Buen Retiro. 
Su primer farmacéutico conocido es Baltasar de Riego, pintor además de farmacéutico y primo del famoso general Riego. Aquí se reunían escritores como Espronceda y Ventura de la Vega. En 1861, la heredó Juan Chicote quien se encargó de organizar tertulias en la rebotica, a las que asistían desde médicos como Méndez Alvaro y Federico Rubio, a políticos como Castelar, Cristino Martos o Pi y Margall. En 1948 pasó a manos de la familia Deleuze.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Los diez establecimientos más antiguos (5). Restaurante Botín

Es posible que ocupe el número 5 por orden de antigüedad, pero es uno de los restaurantes más tentadores de la capital, uno de esos sitios cuyas interioridades todo el mundo quiere descubrir en algún momento por su merecida fama.

Si no fuésemos en bici, bajando por el arco de Cuchilleros, lo encontraríamos de inmediato. Si llegamos en bici a la plaza Mayor, saliendo por el arco de la calle Toledo, tomamos la primera a la derecha, que es la calle Zaragoza. Unos metros más adelante desembocamos en la plaza de Puerta Cerrada y allí giramos nuevamente a la derecha para encontrarnos en el número 17 de la calle Cuchilleros con uno de los restaurantes más laureados del mundo, el restaurante Sobrino de Botín.

Este establecimiento data de 1725, cuando un cocinero francés, Jean Botin, y su esposa asturiana, abren en este local una casa de comidas. Hoy se dice que es el restaurante más antiguo del mundo y así lo atestigua el documento que exhibe en su fachada, que lo acredita como tal en el libro Guiness. Tiene muchos otros merecimientos, además de una excelente comida. La revista Forbes lo sitúa en tercer lugar entre los restaurantes clásicos del mundo y, según se cuenta y parece demostrado, aquí trabajó como limpiaplatos un joven llamado Francisco de Goya. En Botín siempre se ha reivindicado la tradición de los asados castellanos, siendo el cochinillo (de Segovia y Ávila) y el cordero (de Aranda) los platos más solicitados, que se siguen haciendo hoy en día en el mismo horno moruno con leña de encina, como en 1725. Cuando el matrimonio fallece, se hace cargo del negocio un sobrino de la esposa de Botin. Y sigue hasta nuestros días en manos de la familia.

Con esta larga trayectoria, el lugar ha merecido la atención de ilustres escritores. El norteamericano Ernest Hemingway fue uno de sus fieles clientes y lo menciona en Muerte en la tarde y en Fiesta. Lo mismo hicieron otros escritores anglosajones, como John Dos Passos, Scott Fitzgerald, Graham Greene o Frederick Forsyth, y también españoles, como Benito Pérez Galdós, Indalecio Prieto, Ramón Gómez de la Serna o Carlos Arniches. 

De su amplia y acreditada carta destacan la ensalada Botín, la sopa de ajo, el revuelto de la casa, las almejas, los chipirones en su tinta y, sobre el resto, el cochinillo o el cordero asado. De postre, algunas especialidades madrileñas como los bartolillos, la tarta Botín, la tarta de queso con chocolate blanco o la copa Mascarpone con mango. Se acierta siempre.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Los 10 establecimientos más antiguos (4). Farmacia León

Aunque en algunos casos no resulta fácil concretar la fecha de apertura. Puede ser que el cuarto establecimiento más antiguo de Madrid se la Farmacia León, pero tal vez, realmente estaría colocado algún puesto más arriba.


En pleno Barrio de las Letras, pedaleando hacia el paseo del Prado por la calle Huertas, nos encontramos con una calle a la izquierda que es la calle León. Allí, en el número 13, justamente haciendo esquina con la calle Lope de Vega, hay otra farmacia legendaria, la Farmacia León, una botica que data del Siglo de Oro (parece acreditado que la fecha de apertura es el año 1700), cuya fachada llama la atención por las curiosas cerámicas en blanco y azul, así como por los artísticos grafitis en los cierres metálicos de las puertas. 


El establecimiento conserva su aspecto de comercio antiguo. En el interior, que luce todavía parte de la decoración del siglo XIX, se mantienen preciosos tarros de la época, aunque la mayor parte de los que había en el local se han donado al Museo de la Farmacia Hispana. Llama la atención, además, la imponente y bien cuidada caja registradora.




miércoles, 13 de noviembre de 2013

En bici es mejor



En bici, sí, porque lo de la bicicleta es algo estupendo. En primer lugar porque se trata de un ejercicio muy saludable a cualquier edad, incluso para aquellos que empiezan a utilizarla a edad madura y sin haber practicado previamente ningún deporte ni haber hecho ninguna clase de ejercicio. Andar en bicicleta favorece la circulación sanguínea, oxigena el cerebro, libera del estrés, permite mejorar la resistencia, reduce la tensión, fortalece los músculos y consume calorías. Una auténtica maravilla.

Además es, sin lugar a dudas, el medio de transporte más ecológico, algo sumamente importante hoy en día, que hay que ser especialmente cuidadoso con el medio ambiente. Otra cuestión muy tentadora de la bicicleta es la velocidad de desplazamiento. En este tiempo que nos ha tocado vivir, en el que todo pasa tan rápido, es un placer poder disfrutar de las cosas sin prisas, recreándose.

Y algo que hay que valorar especialmente en un momento como el actual es lo del coste cero. Un gimnasio al aire libre, un viaje de placer, un reconstituyente, un médico personalizado, una terapia relajante y un medio de locomoción, todo en uno y absolutamente gratis.

La bicicleta es, sin duda alguna, el medio de transporte menos contaminante y más cardiosaludable que existe. Por suerte, en la actualidad, se calcula que alrededor de unos dos millones de españoles la utilizan para desplazarse habitualmente en sus ciudades.


Puedes seguir yendo en coche, en moto o en autobús, pero en bici es mejor.

martes, 12 de noviembre de 2013

Los 10 establecimientos más antiguos (1). La Farmacia de la Reina Madre


Descubre Madrid en bici. Puede ser una buena disculpa para echarte a la calle. En este caso, se trata de una excusa para ir descubriendo diez tesoros, los diez establecimientos más antiguos de la capital de España. No es fácil en todos los casos precisar con exactitud las fechas de apertura de los establecimientos, pero tampoco es tan importante. En algunos casos siguen siendo auténticas joyas, reliquias de la historia de la capital y en otros, desgraciadamente, del establecimiento inicial únicamente se conserva el nombre.


1.  Farmacia de la Reina Madre. Mayor, 59. (1578)
2.  Posada del Peine. Postas, 17.  (1610)
3.  Posada de la Villa. Cava Baja, 9. (1642)
4.  Farmacia León. León 13.  (1700)
5.  Restaurante Casa Botin Cuchilleros, 17. (1725)
6.   El Botijo. Toledo, 35.  (1754)
7.  Farmacia Deleuze. San Bernardo, 39. (1780)
8.  Farmacia Puerto. Plaza de San Ildefonso, 4.  (1798)
9.  Casa Alberto. Huertas, 18.  (1827)
10. Antigua Pastelería del Pozo. Pozo, 8.  (1830)


En el número 59 de la calle Mayor nos encontramos con una reliquia urbanística, la Farmacia de la Reina Madre, posiblemente el establecimiento más antiguo de la capital de España, pues data de 1578. Entre sus paredes se esconden muchos de los secretos y curiosidades de la salud madrileña. La creó un alquimista veneciano. El establecimiento estuvo ligado a la Casa Borbón, a la que surtió por más de 50 años con todo tipo de remedios. El rey Felipe V concedió el nombre de Farmacia de la Reina Madre, así como el escudo oficial a la botica, en agradecimiento por los servicios prestados a su segunda esposa, Isabel de Farnesio. 


Además de abastecer a la Casa Real durante décadas, en este establecimiento se vendieron las primeras quinas traídas de América, junto con drogas, píldoras áureas y misteriosos productos como la piedra imán, la pomada encarnada contra la calvicie o los extractos de momia egipcia contra la tuberculosis. Actualmente la Real Botica es un museo que atesora documentos y objetos de gran valor histórico, entre los que cabe destacar libros antiguos y 1600 recetas, una de ellas a nombre de Miguel de Cervantes. También se conservan facturas del infante don Luis y de otros personajes célebres, lo que ha permitido reconstruir algunos historiales médicos.
Don José Cid Guerrero se convirtió en propietario de la farmacia en 1935 y desde entonces su familia ha sido la encargada de preservar todos y cada uno de los rincones y enseres que atesora este gran museo. La continuidad de la Farmacia Reina Madre está asegurada, ya que tanto su esposa como sus dos hijas, son farmacéuticas y seguirán con la tradición familiar. 

Los 10 establecimientos más antiguos (2). La Posada del Peine


Empeñados en nuestro intento de descubrir en bicicleta los tesoros de Madrid, nos acercamos en esta ocasión hasta otro de los más emblemáticos y posiblemente el segundo en orden de antigüedad. 




Muy cerca de la puerta del Sol y de la calle Mayor está la calle Postas, llamada así porque en ella se encontraba la antigua casa de postas, primera oficina de correos de la capital de España. Allí, en el número 17, nos encontramos con la Posada del Peine, el hotel más antiguo de Madrid y uno de los más antiguos de España. La Posada del Peine fue abierta en 1610 precisamente en este lugar para aprovechar el movimiento de gente que se producía alrededor de la principal parada de diligencias y carruajes de la capital. 

En 1970, ya en decadencia y muy deteriorada, echó el cierre. Tras una profunda restauración volvió en 2005 a abrir de nuevo sus puertas convertida en un moderno hotel con encanto, que ahora se llama Petit Palace Posada del Peine

Parece cierto que su curioso nombre se debe a que, en sus orígenes, las habitaciones contaban como servicio complementario, con un peine atado a una cuerda, para impedir que los viajeros se lo llevaran. Su estructura arquitectónica es peculiar, ya que se trata de tres edificios unidos entre sí, con tres estilos arquitectónicos diferentes de distintas épocas. 

Hay constancia de muchos alojados célebres en la Posada, entre otros la viuda de Gustavo Adolfo Bécquer o el pintor José Gutiérrez Solana. Camilo José Cela habló de La Posada en su discurso de ingreso en la Academia de la Lengua. El premio Nobel hace referencia a ella, como "la histórica, destartalada y entrañable Posada del Peine". 

lunes, 11 de noviembre de 2013

Los 10 establecimientos más antiguos (3). La Posada de la Villa


Continuamos paseando en bicicleta por el centro de Madrid para acercarnos a los establecimientos más antiguos de la capital. Nos acercamos ahora al que posiblemente sea el tercero por orden de antigüedad. Es la Posada de la Villa.  




Muy cerca de la plaza Mayor y más todavía de la plaza de Puerta Cerrada, se encuentra la Cava Baja, en cuyo número 9 está ubicada la Posada de la Villa, un establecimiento inaugurado en 1642. Nace en este lugar, en el que estaba  anteriormente el único molino de harina de la capital, como posada para albergar viajeros. 

En 1980, ya en estado de abandono, fue rescatada y restaurada con gran acierto para convertirse en un horno de asar de los más solicitados de Madrid. El encanto del restaurante Posada de la Villa no reside únicamente en su laureada cocina sino en la carga histórica que atesoran sus paredes. A lo largo de todo este tiempo son muchos los ilustres del mundo de la cultura, el arte, la política o el deporte que han disfrutado de sus deliciosos platos. Sus nombres han quedado grabados en las sillas que ocuparon. La Posada de la Villa presume hoy de ofrecer comida tradicional madrileña y castellana, elaborada con los mejores productos. Las especialidades son los asados de cordero lechal en horno de leña, el cocido madrileño, la gallina en pepitoria o los callos a la madrileña.